Muchas de las situaciones de violencia escolar que se experimentan a diario en las instituciones educativas son el resultado de una educación que se ha centrado en exaltar el intelecto y buscar siempre un ganador, lo cual también implica que se subvaloran otras capacidades, habilidades y talentos que no necesariamente tienen que ver con obtener buenas calificaciones y que se ven atravesadas por situaciones en las que familiares y educadores promueven la competencia para la obtención de premios y de los primeros puestos.
Esta característica que hoy en día hace parte de la mayoría de los sistemas educativos promueve que se dejen a un lado los aportes de todos y cada una de las personas en la sociedad, promueve la exclusión, la discriminación y con ello dan paso a la ocurrencia de diversos fenómenos relacionados con la violencia escolar.
Es por lo anterior que añadir criterios inclusivos desde el ámbito educativo ayudaría a prevenir la discriminación entre los diferentes integrantes de una comunidad educativa, posibilitaría el enriquecimiento de la sociedad a través de la valoración y reconocimiento de la diferencia y llevaría a tomar más conciencia acerca de la importancia de No promover ganadores sino promover el desarrollo de acuerdo a las capacidades de cada uno.
Lo más importante, según esta visión, no son las calificaciones, ni ganar los primeros puestos, ni ser el mejor, lo más importante es crecer como sociedad y enriquecernos con las diferencias que caracterizan a cada uno de sus integrantes.